El etnógrafo Armando Graña García y el arqueólogo David González Álvarez, expertos en patrimonio, reflexionan críticamente sobre la gestión de un patrimonio singular, las construcciones con cubierta vegetal de las brañas de Somiedo (Asturias), denunciando cómo las actuaciones y las subvenciones millonarias no alcanzan el fin de protegerlo y mantenerlo.
Al final de su artículo, del que ofrecemos las primeras líneas y el enlace a la revista Atlántica XX, aconsejan la lectura de otro, publicado en la revista de AIBR (Asociación de Antropólogos Iberoamericanos en Red), que sitúa la gestión fallida del patrimonio en el contexto del neoliberalismo y el clientelismo en España.
«Después de treinta años de espacio protegido, inversiones millonarias y estudios diversos, las brañas de Mumián y La Pornacal –las más señaladas, compactas y visitadas del Parque Natural de Somiedu– están en situación catastrófica. Según el regidor somedano Belarmino Fernández, la causa está en la falta de fondos públicos para el arreglo de estas construcciones, suprimidos desde 2011; ante esta situación afirma en el periódico La Nueva España que ahora “no tenemos nada previsto”.
¿Cómo se explica esto? ¿Qué ha fallado en la planificación o en las actuaciones realizadas por las Administraciones asturianas en estas tres décadas? ¿Es cierto que, en palabras del alcalde, “poco se puede hacer”? ¿Es la solución destinar 6 millones de euros para arreglar las aproximadamente 700 construcciones, tal como propone el plan integral, elaborado en 2009 por la empresa Tragsa (por el que cobró 187.765 euros), y en el que se propone efectuar labores de recuperación sobre “la práctica totalidad de los teitos” –unos 300–, a los que considera “señuelo cultural y turístico” de Somiedu? Para entender lo que ocurre se deben analizar los propios teitos y los resultados de lo gastado en actuaciones anteriores.
Las construcciones con cubierta vegetal constituyen uno de los elementos señeros del Patrimonio cultural asturiano y, al mismo tiempo, uno de los más frágiles. A nuestros días llegaron dos tipos: techos de paja de centeno en casas y hórreos del Suroccidente, y teitos de escoba, un matorral espontáneo, en Somiedu y parte de Teberga. Mientras la paja se utilizó ampliamente en toda Europa –aún se emplea–, el uso de la escoba se limitó a contados lugares de la Península Ibérica, como Doñana o Gredos, en relación con espacios dedicados a la ganadería vacuna. El caso somedano, donde la escoba cubría casas, hórreos, cabañas, molinos y hasta iglesias, constituye sin duda un unicum. […] Leer más
Foto. Los teitos de Somiedo agonizan uno tras otro. Barrio La Prida en La Pornacal. Autora: Mara Herrero. Ilustración del artículo de referencia en Atlántica XXII.