Hacer antropología en la ciudad-red, por Sara Sama

El Departamento de Antropología Social y Cultural de la UNED organizó del 18 al 20 de julio de este año un curso de verano en Gijón titulado “Antropología del siglo XXI”. El curso fue un éxito de asistencia, por lo que esperamos que no sea el último que se celebre en Asturias. Para animar a los que no fueron o para ayudar a recordar a los que sí estuvieron vamos a ir colgando una transcripción de las conferencias ofrecidas. De antemano, nos gustaría realizar la prevención de que se trate de unos apuntes tomados en el fragor de la disertación, sin posterior corrección autorizada por el conferenciante ni dictada con la ayuda de grabadora o video. Por ello, cualquier beneficio intelectual que pudieran aportar estas conferencias a sus lectores (vosotros) son mérito del ponente, y cualquier inexactitud, laguna o incongruencia será responsabilidad del transcriptor (un servidor).

Hoy colgamos la conferencia de la profesora de la UNED Sara Sama, titulada «Hacer antropología en la ciudad-red»:

¿Qué es una ciudad red? M ámbito de estudio es Madrid. El uso de las nuevas tecnologías en la administración está muy extendido, pero a mí hubo algo que me sorprendió muchísimo: respecto a los hogares, hay más hogares con teléfono móvil que teléfono fijo. Y es impactante como se ha asentado la banda ancha móvil. De alguna manera, estos aspectos lo que nos muestran es un ámbito de convergencia digital. ¿Cómo utilizamos la tecnología? La mayoría es para el correo electrónico, pero se han incrementado las aplicaciones móvil. Seguimos comprando poco por internet: ropa, alimentación… Lo que más compramos son viajes y en el ámbito de las empresas. En este sentido, empieza a haber bastantes congresos sobre urbanismo y tecnologías.

También estoy trabajando en la generación de espacios inteligentes o «smart city», en particular Rivas-Vaciamadrid: la mayor parte de las casas tiene energía ecológica, videovigilancia de las calles, organización específica del servicio de correos… Sin embargo, desde 2008 estas tendencias van a la baja, salvo que tiene que ver con la tecnología móvil. Sería un tipo de ciudad llamada híbrida por algunos autores, aunque esta terminología la tomó con cautela.

Aunque parezca raro, este es un tema que no ha sido explorado por la antropología. Desde 1960 hasta 1990 hay una serie autores muy interesantes que anuncian una muerte de la ciudad tal y como la conocemos. Las TICs iban contra cualquier deseo de concentración en los núcleos urbanos, que iban a impedir vivir en la ciudad, que se convertiría en un espacio on-line de encuentro… Con esto se fue marginando a aquellos autores que creían en las ciudades. De hecho, cada vez hay más población, la tecnología sigue desarrollándose y no hay mayor inconveniente en ello.

Las nuevas teorías ven las TICs como una especie de asteroide que impacta en la ciudad venido de otro ámbito. Estas perspectivas son un tanto deterministas e imponer una dicotomía falsa. Hay que buscan perspectivas nuevas y más sofisticadas. Se ve así desdibujado ese determinismo tecnológico. Hay que desterrar tanto opciones utópicas como distópicas.

Se vuelve a la idea del espacio de flujos, que conviven con espacios de lugares, y además son generadores mutuos. Los espacios de flujos de generar espacios offline, y las ciudades generan espacios de flujo. Las tecnologías se desarrollan por la ciudad para la ciudad y en la ciudad. La ciudad digital es definida como espacios virtuales conectados con elementos de la ciudad tradicional.

Me voy a centrar en tres autores básicamente: Latour, Christine Hine y Levy.

¿Cómo nos aproximamos antropológicamente a este ámbito? Hay dos cuestiones fundamentales, que serán a su vez dos retos. Entender las TICs como producciones tecno-culturales, que trasladan lo urbano a todos los ámbitos del planeta, y las maneras en que las ciudades se van viendo penetradas al mismo tiempo que producen estas TICs.

Lo más estimulante es que las TICs han incentivado la comunicación de la cultura. La técnica  permite una sociedad en continúa retroalimentación. La ciudad es una red variable de acciones que redistribuyen competencias y acciones entre humanos y no humanos permitiendo el ensamblaje de ambos. Es conveniente entender el concepto de red. No es una superficie con bordes o límites. Nosotros tenemos que entender el proceso de localización que hay en la red. Hay un efecto relaciónal: un continuo proceso de mantenimiento.

Su estudio se hace persiguiendo a los actores y a los artefactos y entendiendo la relaciones entre ellos. Dejamos que sean los actores los que definan las categorías: qué tipo de actuación tiene un objeto, cómo interfiere en su vida, cuándo, dónde… Los objetos expanden formas de comunicación y reproducen relaciones.

Algunos consejos metodológicos son los que Honorio Velasco y Díaz de Rada señalan: 1. Abordar la cultura como práctica. 2. Entender la cultura como comunicación (ejercicios continuados de acción significativa en la que los intervinientes se ven mutuamente imprescindibles). 3. No caer en en esa vieja trampa que vincula la cultura a la Cultura con mayúsculas. 4. Practicar una dislocación o distanciamiento de la visión del orden sociocultural como conjunto de áreas institucionales separadas y fundamentalmente autónomas (economía, trabajo, comercio…).

¿Cómo acceder a los ámbitos de estudio? Aquí hay tres propuestas que son bastante diferentes. 1. El aquí y ahora de las CMO (Computer Mediated Comunications-Operations). Se empieza a construir internet como una cultura en paralelo con su propio trabajo. Son trabajos de campo on-line, en foros básicamente. Pero se está viendo la necesidad de trabajar en espacios on-line y off-line. 2. Una etnografía de Miller y Slater estudio los ámbitos on-line y off-line como una comunidad única. 3. Christine Hine dice que vamos a tener en cuenta lo on-line y lo offline, que tenga una capacidad colectiva y que nos permita apreciar las conexiones entre ellas. Piensa que la etnografía debe tener en cuenta el espacio y el tiempo y dice que no hay que cercar estos ámbitos. Si acaso lo que podría decírsele es que el holismo es un punto de partida no un fin y realmente los antropólogos nunca hemos creído esas asociaciones. El espacio y el tiempo han cambiado, aunque también es cierto que no vivimos en un mundo sin tiempo ni lugar.

Mi propuesta es que la etnografía no es una técnica de campo. Tiene una larga epistemología y tiene que ver con el concepto de cultura, desvinculado de estudios particularistas de la realidad. Asimismo, hay que tener en cuenta que ningún flujo o red descontextualizará a agentes, objetos y prácticas.

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