Presentación de «La casa de mi padre», de Jaime Izquierdo

Mañana día 15 de marzo tendrá lugar en el Club de Prensa de La Nueva España de Oviedo, a las 20.00 horas, la presentación del libro La casa de mi padre, de Jaime Izquierdo. Se trata de un ensayo novelado que realiza una propuesta de gestión metodológica para los territorios campesinos.

La presentación contará con la participación, además del autor, de Adolfo García Martínez, profesor de Antropología Cultural de la UNED, José Manuel Pérez Díaz «Pericles», emprendedor social y miembro de Ashoka en España y César Inclán, de KRK Ediciones.

En la página web de la Red Española de Desarrollo Rural, nos informa de que La casa de mi padre es un manual de estilo y un ingenioso ejercicio  futurista de diseño y gestión de laz zonas rurales semiabandonadas que abre una puerta a la esperanza de lo que ahora parece inevitable: la despoblación y el abandono de los pueblos.

«La gestión campesina del territorio de montaña se caracteriza por apoyarse en una base territorial comunal, por estar escasamente capitalizada en términos financieros y por un sistema productivo muy diversificado; algo que no coincide con las premisas de las industrialización, por lo que al medio rural le tocó sucumbir», explica Jaime Izquierdo.

Izquierdo cree que «aún es posible remontar el curso de la historia y revitalizar un nuevo modelo basado en las características esenciales, en sus proceso agroecológicos, en su elevada capitalización patrimonial en forma de conocimiento, en la gestión comunal de sus recursos naturales, etc».

El argumento de la novela gira en torno a Gerard Enterría, un joven ingeniero de sistemas francés, hijo de un campesino español emigrado a Burdeos en los años sesenta del pasado siglo XX. Tras la muerte de su padre se enfrenta al compromiso adquirido en el documento de últimas voluntades: no abandonar a su suerte la casa familiar, el eslabón fundamental de su linaje, lo único que, según su padre, “puede mantener a los Enterría con los pies en la tierra”.

Gerard decide regresar al pueblo (San Esteban de Cuñaba, en los Picos de Europa) e implicarse en la rehabilitación de la economía campesina para tratar de evitar lo que parece, solo parece, inevitable: que desaparezcan de nuestra memoria las miles de casas, pueblos, aldeas, tierras y montañas de las que salieron emigrados nuestros padres para buscarnos un futuro mejor.

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