El editorial del diario El Comercio de este pasado domingo, así como un amplio artículo de interior hacía referencia a la existencia de un centenar de museos en Asturias. Trascribimos el editorial de Íñigo Noriega y lanzamos unas preguntas: ante la situación triste de nuestro patrimonio cultural y su gestión museística, ¿qué papel nos corresponde a los antropólogos, en concreto en lo referente a los museos etnográficos y culturales (no así a los museos artísticos, de bellas artes, pinacotecas…, cuya responsabilidad debería recaer y recae en historiadores, licenciados en Bellas Artes o historiadores del Arte)? ¿No deberíamos tener más presencia en la gestión patrimonial de nuestra cultura para mejorar los pobres resultados de estas equipaciones museísticas? Sin ir más lejos, los museos con más prestigio académico y mayor éxito de público (las dos facetas hay que cuidarlas) corresponden a aquellos en los que la perspectiva antropológica más se ha cuidado. ¿Y qué sucede con el resto de museos y aulas de interpretación en Asturias? ¿Es responsable la Administración, desconocedora de la existencia de una disciplina académica especializada precisamente en el conocimiento y gestión del patrimonio etnográfico y cultural, o es dejadez nuestra como colectivo? Preguntas, preguntas, preguntas… Se aceptan respuestas en la sección «Comentarios». De momento, reproducimos el lúcido artículo de Íñigo Noriega:
«Asturias cuenta con más de cien centros dedicados a exponer la riqueza de su patrimonio cultural. Museos, centros de arte, culturales o de interpretación, aulas e instalaciones análogas se reparten por el Principado en un repertorio variado que va desde las instituciones asentadas (el Bellas Artes, incurso en una ampliación y completa reforma; el Arqueológico, recién rehabilitado; la Casa Natal de Jovellanos,…) hasta las nuevas propuestas de todo tipo (Museo Jurásico, Laboral Centro de Arte, el paralizado Niemeyer,…), pasando por todo un repertorio de instalaciones, decenas de ellas dedicadas a contenidos etnográficos con trascendencia local o regional: el oro, el pan, la sidra, los lavaderos, los vaqueiros de alzada,… con el Etnográfico de Grandas de Salime y el Pueblo de Asturias como enseñas. En Gijón es característico el interés por la pintura (Barjola, Piñole,…). No faltan los que se ocupan de actividades económicas relevantes en la región (Minería, Industria, Ferrocarril,…). Algunos son verdaderas joyas arquitectónicas y paisajísticas, véanse el Evaristo Valle y el Archivo de Indianos, entre otros; o únicos por su especialidad, como la recopilación de cerámica negra de Avilés. El Patrimonio de la Humanidad que constituye el arte rupestre tiene abundancia de establecimientos junto a las cuevas: Tito Bustillo, el Pindal o Candamo, y también alejado de ellas (Teverga). Adjunto a casi cada yacimiento arqueológico de cierta relevancia se alza la correspondiente aula de interpretación.
Es tal la profusión de centros que no es de extrañar que varios, como el del Parque Natural de Ponga o la Casa del Agua de Rioseco permanezcan cerrados. Y que la ampliación del de la Minería o las obras del de la Lechería de Morcín estén paralizadas. Aún así siguen construyéndose: el de la Pesca de Candás ha iniciado las obras. Algunos de los privados, verdaderas maravillas, no tienen regladas las visitas, como la Fundación Selgas-Fagalde; el Tabularium es una excepcional colección de arte asturiano,… sin museo. Asistimos a incongruencias como que el centro del Prerrománico del Naranco, dependiente de la Administración regional, esté al margen de las visitas a los bienes culturales que promueve, San Miguel de Lillo o Santa María, a cargo de la Iglesia.
